Gustavo Duch Guillot – Consejo Científico de ATTAC.
Las alarmas ya han saltado. A la crisis financiera, energética, ecológica tenemos que añadirle la crisis alimentaria. Aunque son muchas las personas y desde hace mucho tiempo, que sufren hambre y pobreza, es decir que padecen una crisis alimentaria estructural, lo que ahora nos preocupa es un nuevo y considerable aumento de los precios de los alimentos básicos.
Esta subida de precios es el resultado de estafadores que juegan y ganan en el casino de la especulación.
Por ejemplo, un único fondo de inversión hace unos meses compró el equivalente al 7% de la producción mundial de cacao. Miles de toneladas que han mantenido acumuladas, sin salir al mercado, porque sabían que uno de los máximos productores, Costa de Marfil, estaba en una situación que desembocaría, como así ha sido, en guerra civil. Y sin su cacao, el precio sube como la espuma.
Por ejemplo, Cargill, la mayor empresa de granos del mundo –controla casi la mitad de las producciones de maíz, trigo y soja- y desde su posición monopolista gana por partida triple. Gana vendiendo a precios más caros, gana con los nuevos mercados de agrocombustibles (en EE.UU. el 40% de la cosecha de maíz se la embuchan los automóviles) y gana con su división de inversiones que son la mejor informada para jugar en las apuestas con la comida.
Un último ejemplo de enredadores son algunos bancos y cajas españolas que ofrecen a todos sus clientes fondos de inversión que apuestan a la escasez de alimentos. Y podemos caer en la trampa.
Pero esta burbuja alimentaria que inflan e inflan (hasta su segura explosión) está hecha de un humo mentiroso. No falta comida, simplemente tenemos un sistema que produce comida para quienes ya tenemos suficiente, pero podemos pagarla. La mitad de los cereales y de pesca del mundo se dedican a elaborar piensos para granjas o agrocombustibles para coches.
Como resultado de este Casino, más de 78 millones de personas han cruzado la línea que separa comer -al menos una vez al día- con la de no comer.
Artículo publicado en Junto a la Soberanía Alimentaria
Las alarmas ya han saltado. A la crisis financiera, energética, ecológica tenemos que añadirle la crisis alimentaria. Aunque son muchas las personas y desde hace mucho tiempo, que sufren hambre y pobreza, es decir que padecen una crisis alimentaria estructural, lo que ahora nos preocupa es un nuevo y considerable aumento de los precios de los alimentos básicos.
Esta subida de precios es el resultado de estafadores que juegan y ganan en el casino de la especulación.
Por ejemplo, un único fondo de inversión hace unos meses compró el equivalente al 7% de la producción mundial de cacao. Miles de toneladas que han mantenido acumuladas, sin salir al mercado, porque sabían que uno de los máximos productores, Costa de Marfil, estaba en una situación que desembocaría, como así ha sido, en guerra civil. Y sin su cacao, el precio sube como la espuma.
Por ejemplo, Cargill, la mayor empresa de granos del mundo –controla casi la mitad de las producciones de maíz, trigo y soja- y desde su posición monopolista gana por partida triple. Gana vendiendo a precios más caros, gana con los nuevos mercados de agrocombustibles (en EE.UU. el 40% de la cosecha de maíz se la embuchan los automóviles) y gana con su división de inversiones que son la mejor informada para jugar en las apuestas con la comida.
Un último ejemplo de enredadores son algunos bancos y cajas españolas que ofrecen a todos sus clientes fondos de inversión que apuestan a la escasez de alimentos. Y podemos caer en la trampa.
Pero esta burbuja alimentaria que inflan e inflan (hasta su segura explosión) está hecha de un humo mentiroso. No falta comida, simplemente tenemos un sistema que produce comida para quienes ya tenemos suficiente, pero podemos pagarla. La mitad de los cereales y de pesca del mundo se dedican a elaborar piensos para granjas o agrocombustibles para coches.
Como resultado de este Casino, más de 78 millones de personas han cruzado la línea que separa comer -al menos una vez al día- con la de no comer.
Artículo publicado en Junto a la Soberanía Alimentaria
Te doy mi palabra (Onda Cero)
Fuente: ATTAC