Estos días ha sido noticia destacada el cáncer de mama que sufre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
Esta señora ha explicado públicamente su enfermedad "de la que deseo salga pronto, ella y todas las mujeres que la padecen" y recomendó que acudamos enseguida al médico para un diagnóstico precoz para, si es necesario, pueda hacer una rápida intervención, como la que ha tenido ella, en apenas 48 horas.
Esta señora ha explicado públicamente su enfermedad "de la que deseo salga pronto, ella y todas las mujeres que la padecen" y recomendó que acudamos enseguida al médico para un diagnóstico precoz para, si es necesario, pueda hacer una rápida intervención, como la que ha tenido ella, en apenas 48 horas.
Al parecer, por suerte, la presidenta madrileña no tendrá que pasar por la mala experiencia de un tratamiento de quimioterapia. El diagnóstico Precoz ha funcionado bien en el caso de la señora Aguirre, pero en mi familia hemos tenido dos casos en un año. El trance por el que estamos pasando ahora afecta a mi hijo.
En julio del 2010 a mi hijo le apareció un bultito en la axila, acudió al médico y le diagnosticaron un forúnculo para el cual le recetaron un antibiótico. Como no mejoró, sino todo lo contrario, volvió a ir al médico de familia, que le volvió a recetar otra tanda de antibióticos. No ha habido ningún signo de mejora. El bultito se había convertido ya en un enorme bulto enrojecido y doloroso, pero a la doctora ni se le ocurrió hacerle unos análisis; fue mi hijo el que se lo pidió.
No sé qué tipo de analítica le hizo, pero le dijo que el resultado había salido bien. Por fin, la doctora le envió al cirujano, cosa que debía haber hecho mucho antes, ya que era evidente que aquello era algo que tenía que resolver un especialista. A muchos médicos les cuesta admitir que hay algunas enfermedades que no son de su especialidad.
Pasaron casi dos meses y mi hijo estaba cada vez peor. Le hicieron mamografía, citología y ecografía, todo con programación ordinaria, con lo cual entre prueba y prueba habían pasado seis meses; claro, mi hijo es un simple ciudadano, no un político destacado.
Al final le hicieron una biopsia abierta, una intervención quirúrgica con anestesia general, para extraer la mayor masa posible y analizarla. Diagnóstico: cáncer linfático, con afectación de toda la cadena ganglionar. Tratamiento: meses de quimioterapia y radioterapia. Ya se pueden imaginar mi indignación y mi dolor. Cuando hay la mínima sospecha de una patología maligna hay que hacer una prueba que nos dé un diagnóstico rápido, no dejar pasar el tiempo para que se agrave la enfermedad.
María Ángeles Navarro Alquezar - (Rubí)
Fuente: El Periodico