Después del segundo experimento, los primates que habitaban el planeta Tierra fueron evolucionando. Sin embargo, el Consejo de Sirio, envió a sus ingenieros genéticos a dar un impulso a la raza, ya... convertida en autóctona. Pero, antes de la evolución del primate al ser humano, en el Planeta Nibiru, los Anunakis estaban confrontando una situación parecida a la actual nuestra en el Planeta Tierra. El deterioro ecológico concibió la necesidad de proteger la atmósfera. La única solución parecía ser la de suspender partículas de oro a manera de escudo. Según un mito babilónico, los Anunaki eran los niños Anu y Ki, dioses hermanos, hijos de Anshar y Kishar.
En 1976, el investigador Zecharia Sitchin, tradujo los textos cuneiformes sumerios y describió supuestas maravillas y conocimientos tecnológicos que, según él, habría tenido la civilización antigua de Sumer. El Planeta Tierra ha estado bajo la dominación de muchos grupos provenientes de otros sistemas estelares. Esto ha provocado que nuestro ADN esté compuesto por 12 hélices de información, de infinidad de razas galácticas.
Mitad hombres, mitad reptoides, los Anunakis son descritos como la quinta generación de dioses en la epopeya babilónica de la creación. En busca de salvar su planeta de los graves problemas atmosféricos que les acechaban, llegaron a la Tierra y modificaron genéticamente a los humanos para así dominarlos y poder usarlos según sus intereses. Aunque, miles de años más tarde, obraron recíprocamente con los Sumerios, acercando su avanzada tecnología a esta civilización. Y es que, según los Sumerios, los Anunaki vinieron a poblar la tierra y crearon una raza auxiliar, los seres humanos, enlazando su material genético con el del homo-erectus.
Fuente: Luces en la Oscuridad