ELISEO OLIVERAS
BRUSELAS
BRUSELAS
Más de 300 denuncias por abusos sexuales a menores fueron presentadas ante los obispos belgas durante la década de los 90, sin que ninguna de ellas implicara la más mínima sanción para los culpables, según denunció en declaraciones a la prensa el sacerdote jubilado Rick Deville.
«Entre 1992 y 1998 presentamos más de 300 denuncias de víctimas de abusos cometidos por sacerdotes», explicó Deville, fundador del grupo de trabajo Derechos Humanos en la Iglesia y que ha asistido a numerosas víctimas de vejaciones.
De todas las denuncias presentadas, solo 15 concluyeron con la confesión del culpable, precisó Deville. Pero ni siquiera en estos casos se sancionó a los pederastas. «El sacerdote afectado era a menudo cambiado de lugar, pero jamás hubo sanciones», criticó Deville. «Tuvimos el caso de un sacerdote denunciado en tres ocasiones distintas por abusos y que en cada ocasión era transferido a otro lugar donde no era conocido y donde volvía a cometer esos abusos», detalló Deville.
FALTA DE APOYO / «Muy pocos obispos nos han ayudado», lamentó Deville, reprochando la actitud de la jerarquía eclesiástica belga, que ha preferido hasta ahora silenciar esas conductas para proteger la imagen pública de la Iglesia.
En muchos casos, las víctimas tuvieron que escuchar como toda explicación por parte de la jerarquía eclesiástica belga que sus abusos estaban «lamentablemente prescritos». Hubo incluso casos en los que las víctimas llegaron a ser perseguidas judicialmente por difamación.
La denuncia del padre Deville
coincide con un cambio de actitud de la jerarquía belga ante la pederastia coincidiendo con el nombramiento del nuevo primado en Belgica, el arzobispo André Léonard.
Durante su reciente homilía pascual, Leonard reconoció que «durante decenios, la Iglesia, como otras instituciones, ha gestionado mal el problema de la paidofilia en su seno, cuando tenía todas las razones evangélicas para vigilar el respeto de la dignidad de los niños». «Por un silencio culpable, se ha primado a menudo la reputación de determinados hombres de iglesia a restituir en su dignidad a los niños víctimas de abusos», admitió el primado.
Fuente: El Periodico