Como consecuencia de la debilidad de su recuperación económica y del efecto contagio de la crisis fiscal que atraviesan algunos de sus integrantes, la Unión Europea transita por el peor momento histórico desde su creación y los peligros de desmembramiento y de ruptura de su moneda ya ocupan el centro del debate.
Informe especial
IAR Noticias
El euro, la moneda única, forjada en el seno de la antigua Comunidad Económica Europea, afronta su examen más crítico frente a la embestida del dólar, como vaticinan los especialistas y la canciller alemana Angela Merkel.
Merkel considera que el euro se enfrenta a un examen histórico debido a la crisis financiera de Grecia, país de cuyas autoridades exigió que hagan sus deberes y apliquen sin dilación el anunciado programa de ahorro.
"El euro se enfrenta con seguridad a su fase mas difícil desde su creación", señala Merkel en una entrevista emitida por el programa "Bericht aus Berlín" (Informe de Berlín).
Grecia, coinciden todos los analistas, es la mecha de un potencial estallido financiero en cadena que podría, como emergente principal, desencadenar un proceso de crisis social en la eurozona (Ver: Señal: La crisis fiscal derrumba a los mercados mundiales).
La contagiosa crisis fiscal de la eurozona se alimenta con los datos negativos de la recuperación económica en la eurozona.
Según el último informe de la Comisión Europea, las expectativas económicas en los 16 países de la zona del euro empeoraron en febrero por primera vez en casi un año, un indicio más de que ha perdido fuerza la recuperación económica.
Ante esta sensación y los mayores temores en la zona de la divisa común, especialmente en Grecia, la Comisión dijo que se atuvo a su pronóstico de noviembre de que la economía de la eurozona crecerá este año un 0,7%.
"Encaminar la economía europea por una senda sólida y sostenible debería ser un objetivo preponderante'', dijo el nuevo Comisionado de Asuntos monetarios de la UE, Olli Rehn. "Para ello debemos trabajar en dos frentes: la recuperación económica y la consolidación de nuestras finanzas públicas'', indicó Rehn.
La incapacidad de la eurozona para forjar en 2009 una salida de la recesión se evidenció en el indicador mensual de la Comisión sobre el estado de ánimo económico, que bajó 0,1 a 95,9 puntos en febrero, en parte debido al deterioro de la confianza consumidora.
El retroceso, primero tras10 meses consecutivos de suba, no había sido anticipado por los mercados y sigue a un conjunto de sondeos según los cuales la recuperación económica se ha atascado. "Parece que el repunte perdió impulso'', opinó la Comisión. Para ella "la percepción de los consumidores del panorama económico y los temores al desempleo, sobre todo en España e Italia, contribuyó al deterioro general".
En este escenario, el ánimo de los especuladores internacionales pasó del pesimismo frente al dólar al pesimismo sobre el euro.
La incapacidad de la eurozona para forjar en 2009 una salida de la recesión se evidenció en el indicador mensual de la Comisión sobre el estado de ánimo económico, que bajó 0,1 a 95,9 puntos en febrero, en parte debido al deterioro de la confianza consumidora.
El retroceso, primero tras10 meses consecutivos de suba, no había sido anticipado por los mercados y sigue a un conjunto de sondeos según los cuales la recuperación económica se ha atascado. "Parece que el repunte perdió impulso'', opinó la Comisión. Para ella "la percepción de los consumidores del panorama económico y los temores al desempleo, sobre todo en España e Italia, contribuyó al deterioro general".
En este escenario, el ánimo de los especuladores internacionales pasó del pesimismo frente al dólar al pesimismo sobre el euro.
Los problemas de Grecia dejaron de manifiesto la fragilidad de la recuperación de la zona euro y cualquier "nerviosismo" sobre la economía y el enorme déficit fiscal estadounidense quedó relegado a un segundo plano.
La decadencia en números
José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, presentó hace dos semanas a los dirigentes de los 27 miembros de la Casa Europea un informe que muestra las debilidades de la UE en números concretos.
La economía de la UE cayó en 2009 4%, es el peor dato desde la Segunda Guerra Mundial.
La producción industrial se desmoronó un 20%, conduciendo a la estructura industrial europea a la situación que se encontraba a mediados de los 90 del pasado siglo.
Actualmente hay 23 millones de europeos sin trabajo, 7 millones más que hace 20 meses, y la desocupación seguirá creciendo según todas las estimaciones.
Un 8% de la población europea tiene un empleo que no le permite salir de la pobreza, y 80 millones viven justo en el umbral que marca la pobreza.
No obstante los anuncios de "recuperación", la productividad económica es famélica y hace que el crecimiento estructural europeo sea dos tercios menor que el estadounidense.
De esta manera, el dólar se viene apreciando sobre el euro y ha vuelto a servir de refugio seguro para los especuladores internacionales preocupados por el contagio de la crisis de la deuda, tanto de EEUU como de la Unión Europea.
La cuestión se remite a un aspecto central: Los especuladores internacionales (ante el embate de la nueva crisis fiscal en la eurozona) compran deuda pública estadounidense garantizada por el "refugio seguro" del dólar.
La opinión respecto al dólar "cambió de forma radical", reconoce Claire Dissaux, directora de economía global y estrategia de la firma londinense Millennium Gobal Investments.
La crisis fiscal, señala The Financial Times, "Comenzó en Atenas y se extendió a Lisboa y Madrid, pero sería un grave error creer que la crisis de deuda soberana afectará solamente a las economías más débiles de la eurozona.
Para el financiero británico, cualquier decisión sobre Grecia puede repercutir directamente sobre Portugal, España y seguramente otras economías, y es probable que la solución no llegue de forma inmediata.
El euro, que durante meses mantuvo una escalada y había desplazado al dólar, sigue cayendo ante la huída masiva de los especuladores hacia la compra de activos más "seguros" en moneda estadounidense.
La situación vuelve a repetirse con la crisis de deuda regional que crece y se propaga por toda la eurozona, con epicentro en Grecia, mientras se agigantan los temores de los especuladores a una insolvencia de pago generalizada y a un derrumbe en cadena de las economías más débiles encabezadas por España.
Para The Financial Times, España marca el centro de la "incertidumbre" y nuevas bajas de calificaciones de su economía podría detonar finalmente un derrumbe financiero encadenado de los países que se mantienen en la "línea roja" de la insolvencia para afrontar los compromisos de sus deudas públicas.
En general, la sombra de una insolvencia de pago generalizada (producida por los déficit y la baja de recaudación fiscal) hace temer un rebrote de la crisis financiera, y sigue favoreciendo la embestida del dólar contra el euro..
Ante esta situación, y más de una década después de activarse la divisa que unió a doce monedas nacionales como la peseta española, surge un debate sobre continuar o no con el euro en el seno de la UE.
La discusión sobre un potencial desmembración (parcial o total) del euro se ha extendido en las últimas semanas sobre muchas economías europeas y, en particular, sobre las más débiles.
Países como España, Italia o Portugal han visto como frente a la crisis económica y financiera carecen del arma principal que les ayudó en el pasado a salir del pozo: la devaluación de su divisa, que consigue ajustar los desequilibrios económicos adquiridos (déficits, salarios, competitividad..) en periodos de bonanza.
Su pertenencia al valor inmodificable del euro impide la utilización de este recurso macroeconómico utilizado en tiempos de crisis por los países de la región.
Los países más débiles de la eurozona están ligados y son dependientes de los más fuertes como Alemania o Francia a través de la Unión Monetaria, señala Paul Donovan del banco de inversión UBS.
Para el UBS, las consecuencias de un hipotético abandono del euro para un país consistirían en denominar la deuda pública viva en la nueva-antigua divisa, un cambio tan radical de las condiciones del país emisor que se igualaría al de una bancarrota o suspensión de pagos.
La agencia de calificación S&P advierte que si se opta por mantener la deuda en euros, la profunda devaluación de la nueva divisa multiplicaría el valor real de la deuda mantenida en euros, con lo que la capacidad de repago y el acceso a nuevas fuentes de financiación quedarían en una misión casi imposible.
Según los analistas de UBS, "A pesar de que pensamos que el euro se ha conservado intacto es evidente que, en términos económicos, el euro no funciona. Es decir, hay partes de la eurozona área que hubieran ido mejor económicamente si nunca se hubiesen unido. Esto no es un argumento para apartarse [del euro], pero plantea preguntas acerca de los factores que construyen el éxito económico en las uniones monetarias y que ocurre cuando estos factores no aparecen".
El espaldarazo (solo "declarativo") de la UE a Grecia representa un reconocimiento implícito de que el bloque cambiario necesita resolver lo que algunos consideran su principal debilidad: la ausencia de una política fiscal coordinada. Bajo el sistema actual, el Banco Central Europeo (BCE) tiene la facultad de implementar la política monetaria del bloque, pero tiene escasa influencia sobre la política fiscal de los países miembros.
La cuestión se remite a un aspecto central: Los especuladores internacionales (ante el embate de la nueva crisis fiscal en la eurozona) compran deuda pública estadounidense garantizada por el "refugio seguro" del dólar.
La opinión respecto al dólar "cambió de forma radical", reconoce Claire Dissaux, directora de economía global y estrategia de la firma londinense Millennium Gobal Investments.
La crisis fiscal, señala The Financial Times, "Comenzó en Atenas y se extendió a Lisboa y Madrid, pero sería un grave error creer que la crisis de deuda soberana afectará solamente a las economías más débiles de la eurozona.
Para el financiero británico, cualquier decisión sobre Grecia puede repercutir directamente sobre Portugal, España y seguramente otras economías, y es probable que la solución no llegue de forma inmediata.
El euro, que durante meses mantuvo una escalada y había desplazado al dólar, sigue cayendo ante la huída masiva de los especuladores hacia la compra de activos más "seguros" en moneda estadounidense.
La situación vuelve a repetirse con la crisis de deuda regional que crece y se propaga por toda la eurozona, con epicentro en Grecia, mientras se agigantan los temores de los especuladores a una insolvencia de pago generalizada y a un derrumbe en cadena de las economías más débiles encabezadas por España.
Para The Financial Times, España marca el centro de la "incertidumbre" y nuevas bajas de calificaciones de su economía podría detonar finalmente un derrumbe financiero encadenado de los países que se mantienen en la "línea roja" de la insolvencia para afrontar los compromisos de sus deudas públicas.
En general, la sombra de una insolvencia de pago generalizada (producida por los déficit y la baja de recaudación fiscal) hace temer un rebrote de la crisis financiera, y sigue favoreciendo la embestida del dólar contra el euro..
Ante esta situación, y más de una década después de activarse la divisa que unió a doce monedas nacionales como la peseta española, surge un debate sobre continuar o no con el euro en el seno de la UE.
La discusión sobre un potencial desmembración (parcial o total) del euro se ha extendido en las últimas semanas sobre muchas economías europeas y, en particular, sobre las más débiles.
Países como España, Italia o Portugal han visto como frente a la crisis económica y financiera carecen del arma principal que les ayudó en el pasado a salir del pozo: la devaluación de su divisa, que consigue ajustar los desequilibrios económicos adquiridos (déficits, salarios, competitividad..) en periodos de bonanza.
Su pertenencia al valor inmodificable del euro impide la utilización de este recurso macroeconómico utilizado en tiempos de crisis por los países de la región.
Los países más débiles de la eurozona están ligados y son dependientes de los más fuertes como Alemania o Francia a través de la Unión Monetaria, señala Paul Donovan del banco de inversión UBS.
Para el UBS, las consecuencias de un hipotético abandono del euro para un país consistirían en denominar la deuda pública viva en la nueva-antigua divisa, un cambio tan radical de las condiciones del país emisor que se igualaría al de una bancarrota o suspensión de pagos.
La agencia de calificación S&P advierte que si se opta por mantener la deuda en euros, la profunda devaluación de la nueva divisa multiplicaría el valor real de la deuda mantenida en euros, con lo que la capacidad de repago y el acceso a nuevas fuentes de financiación quedarían en una misión casi imposible.
Según los analistas de UBS, "A pesar de que pensamos que el euro se ha conservado intacto es evidente que, en términos económicos, el euro no funciona. Es decir, hay partes de la eurozona área que hubieran ido mejor económicamente si nunca se hubiesen unido. Esto no es un argumento para apartarse [del euro], pero plantea preguntas acerca de los factores que construyen el éxito económico en las uniones monetarias y que ocurre cuando estos factores no aparecen".
El espaldarazo (solo "declarativo") de la UE a Grecia representa un reconocimiento implícito de que el bloque cambiario necesita resolver lo que algunos consideran su principal debilidad: la ausencia de una política fiscal coordinada. Bajo el sistema actual, el Banco Central Europeo (BCE) tiene la facultad de implementar la política monetaria del bloque, pero tiene escasa influencia sobre la política fiscal de los países miembros.
La decadencia en números
José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, presentó hace dos semanas a los dirigentes de los 27 miembros de la Casa Europea un informe que muestra las debilidades de la UE en números concretos.
La economía de la UE cayó en 2009 4%, es el peor dato desde la Segunda Guerra Mundial.
La producción industrial se desmoronó un 20%, conduciendo a la estructura industrial europea a la situación que se encontraba a mediados de los 90 del pasado siglo.
Actualmente hay 23 millones de europeos sin trabajo, 7 millones más que hace 20 meses, y la desocupación seguirá creciendo según todas las estimaciones.
Un 8% de la población europea tiene un empleo que no le permite salir de la pobreza, y 80 millones viven justo en el umbral que marca la pobreza.
No obstante los anuncios de "recuperación", la productividad económica es famélica y hace que el crecimiento estructural europeo sea dos tercios menor que el estadounidense.
Los déficits públicos regionales ya alcanzan una media de 7% del PBI contra el límite de 3% que había impuesto el Tratado de Maastrich. Y la deuda sube hasta el 80%. Los bancos, siguen sin prestar dinero como antes de la crisis, impidiendo el funcionamiento normal de las empresas.
En cuanto a las exportaciones, las exportaciones se reducen año a año ante el empuje de las potencias emergentes. Alemania pelea con China el lugar como segundo exportador mundial, pero el 60 por ciento de las exportaciones alemanas se hacen a la Eurozona.
Menos de un tercio de los europeos entre 25 y 34 años tiene un título universitario. En EEUU esa franja de la población alcanza 40% y en Japón 50%. Uno de cada siete niños deja el sistema escolar sin título alguno. Europa necesitará, en 2020 ,16 millones de trabajadores altamente cualificados, que a este ritmo no creará, pero sigue cerrando puertas a la inmigración.
Sólo trabaja el 66% de los europeos en edad para ello, frente al 70% de EEUU y Japón. Entre los mayores de 55 años, ese porcentaje cae al 46%.
Estos números ilustran más que nada sobre el declive y la decadencia en la que parece haber ingresado la Unión Europea.
En cuanto a las exportaciones, las exportaciones se reducen año a año ante el empuje de las potencias emergentes. Alemania pelea con China el lugar como segundo exportador mundial, pero el 60 por ciento de las exportaciones alemanas se hacen a la Eurozona.
Menos de un tercio de los europeos entre 25 y 34 años tiene un título universitario. En EEUU esa franja de la población alcanza 40% y en Japón 50%. Uno de cada siete niños deja el sistema escolar sin título alguno. Europa necesitará, en 2020 ,16 millones de trabajadores altamente cualificados, que a este ritmo no creará, pero sigue cerrando puertas a la inmigración.
Sólo trabaja el 66% de los europeos en edad para ello, frente al 70% de EEUU y Japón. Entre los mayores de 55 años, ese porcentaje cae al 46%.
Estos números ilustran más que nada sobre el declive y la decadencia en la que parece haber ingresado la Unión Europea.
Fuente: IAR Noticias