Primero vinieron a por nuestra peseta, pero como yo no tenía un duro abracé el euro.
Luego vinieron a por el suelo y la costa, después bajaron los tipos de interés, y como yo no tenía dinero, pedí una hipoteca.
Nos dijeron que teníamos una economía sana y yo empecé a sospechar, pero como todo el mundo creía en los milagros, pensé que estaba equivocado.
Luego fueron los alemanes a confiscar lo que quedaba de valor en Grecia y a extender la consigna de que los recortes son necesarios; supuse que eran necesarios para ellos y, como dicen que ellos pagan la cuenta, acepté sin rechistar.
Ahora dicen que va a haber más recortes, pero no queda nadie más que yo y trabajadores y parados paralizados por la propaganda de que todo es por nuestro bien sin saber que nuestro quiere decir suyo, y que, si la solución a la crisis es castigar a los de abajo, la siguiente solución a la crisis está clara: más castigo.
Y cuando desperté, Merkel seguía allí.
Autor: Emilio Iglesias Delgado / Sevilla
Fuente: Publico